domingo, 24 de noviembre de 2013

Camino de vuelta


Tras el inesperado suceso, emprendió la huida. Echó a correr, sin importarle las posibles heridas; sólo quería dejarlo todo atrás.

Después de alejarse a una distancia considerable (la que pensó que era prudente), se detuvo a descansar. En ese momento, mientras trataba de recuperar el aliento, vio las heridas que antes había ignorado.

Analizó lo sucedido, esperando a estar bien para seguir su travesía. Pero pronto se dio cuenta de que no podía seguir huyendo; era hora de regresar.
Estepas, junglas, cañones y ruinas. Reencontrarse de nuevo sería un duro camino de vuelta.




Perdió la batalla, ganó una salida
la huida al principio del fin comenzaba.
Curarse la herida, alcohol y saliva en la llaga
y en mente la meta de ser quien solía
y no ser jamás ese quien que esperaban.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Rest in poesía


El corazón le latía furioso, como queriendo escapar de su pecho. Sus piernas, cansadas ya de correr, le amenazaban con detenerse en cualquier momento.

La muerte le seguía de cerca, notaba el frío acariciando su espalda, cada vez más intenso. Y por delante, una interminable recta.

Pero cuando parecía que su cuerpo y su mente iban a rendirse, dos caminos se formaron frente a él. Uno llevaba a una vida plena y feliz; el otro, a una vida tortuosa.

Y mientras se decidía la parca lo alcanzó, quitándole con indiferencia sus opciones.




Llegas tarde, ya no quiero que me encuentres
En mis dientes burbujea el sabor de una derrota
En mis botas desgastadas después de cruzar mil puentes
Se adivinan otras huellas, tuyas muerte, que me rondas

Alcánzame y hazme libre, sin yo afán de libertad
O déjame encadenado a mis pasos en la vida
De pecado, fui engendrado por tomar fruta prohibida
Que termina por castigo compartido con Adán.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Tesoro perdido


En un suspiro de fuego la di por muerta
quemó mi corazón sin decir nada
y su mirada triste transformó extasiada
en bellos delirios de amor tras otra puerta.

Huyó el deseo mutuo de dos alientos
y vio el cielo dos ángeles caídos
brillaban en sus pechos casi muertos
dos corazones tristes y vacíos.




Las paredes aún vibraban por sus gritos; sus sienes palpitaban por los nervios. Habían estado discutiendo durante un largo rato, lanzando dagas cada vez más afiladas con sus bocas; ahora ambos estaban heridos.

- ¡Puedes irte si quieres! – había dicho ella.
- Si me voy es para no volver –respondió él.
- ¡Adelante! ¡Ni siquiera debería haberte conocido!

Tras ese último y feroz ataque, ambos se habían callado. Eran conscientes de que había remedio, temporal al menos. Pero había que ceder.

Él se dirigió a la puerta, mirándola otra vez. Ella lloraba con la cara en dirección opuesta; no veía sus lágrimas, pero notaba sus sollozos. Tal vez esperaba que la abrazara, y que todo volviese a la calma.


Cerró la puerta y bajó las escaleras, como flotando. Ella escuchó atenta el eco de sus zapatos al bajar las escaleras, como si el sonido llegase desde cientos de kilómetros. Ambos se habían quedado una parte del otro, matando algo de sí mismos al mismo tiempo.


martes, 22 de octubre de 2013

Placer in verso


Vereda de soñadores
cayado del peregrino
baraja del adivino
corazón de los amores.

Creadora de romances
que son o que nunca han sido
y por tantas un motivo
de escribir a modo de antes.

Por éstas y muchas más
y porque sí que no es poco
digo que no me equivoco
si digo que poesía es mejor que las demás.




Había sido un largo viaje. Muchas aventuras, fugaces pasiones, tristes desencuentros, y sobre todo, muchas experiencias.

Cerró los ojos y revivió durante algunos instantes los hechos acontecidos. Con las palmas de las manos sobre le contraportada, escuchó como los versos le habían hecho parecer que experimentaba todas esas sensaciones, y otras que se le habían escapado entre líneas.


Y entonces se percató de que en realidad no se lo habían contado. Lo había vivido realmente.


martes, 15 de octubre de 2013

Cárcel de bienestar


Ahogarse en el viejo hogar
hallar fuera lo que falta
tanta vida que me espanta
muchos días que olvidar.

Mi tristeza una prisión
mi carcelera es mi mente
un dolor que pega fuerte
su remedio una canción.

Noches de desilusión
mañanas claras y frías
fabricando tonterías
construyendo una pasión.



-             -  Míralo, ya viene. Otra vez con cara seria y esa mirada cansada –dijo Andrea a su compañera.
-               - Sí, siempre con el cigarro y los auriculares puestos –respondió Laura.

Ambas eran las recepcionistas, y comentaban la llegada de los socios, según los veían acercarse a las puertas de cristal.

-             - Buenos días, ¿cómo va la mañana? – preguntó él sonriendo al entrar.
-              - Pues tranquila, como todos los lunes –respondió Laura con otra sonrisa.

Cuando subió las escaleras, prosiguieron la conversación.

-             - Con lo agradable y educado que parece, y siempre parece estar aislado, como pensando en otras cosas.
-             - Una vez oí que le decía a su amigo que cuando atara cabos se iría de aquí – apuntó Laura.
-              -Vaya, ¡eso suena peligroso!
-             - Deja de ver tantas películas, te irá bien –le respondió a Andrea entre risas.


Poco más de una hora después, repitieron el proceso inverso cuando él se despidió mientras salía por la puerta. Una vez fuera, sacó sus cascos de música, su cigarro, y se alejó caminando despacio, lastrado por los cabos que lo ataban a su situación.



jueves, 26 de septiembre de 2013

Hoy ídem del bello ayer

Lo bello por lo bello
no hay dudas en el placer
haciendo sangre el papel
llorando en su piel un sueño
alegre tan sólo espero
si la espera vale bien
porque no ansío el destino
si merece este camino que un muerto siga de pie.

Así formas seductoras
conquistan mentes profanas
suaves líneas que acaparan
como antes hasta ahora
corazones sin mirada
y ojos que lloran por nada
mientras siguen a la cola de los besos de su amada.




Suena el despertador y se levanta de la cama. Tras la ducha, prepara el desayuno y lee las noticias en internet.

Sale de casa, sube al autobús y paga el trayecto con su abono de transporte. Por la ventana mira el monótono paisaje urbano.

Trabaja eficientemente durante su jornada, sin apenas descanso. Durante el camino de vuelta a casa compra un tentempié; la misma tienda, la misma conversación de siempre.

Su móvil vibra y su corazón da un vuelco. Es ella, tiene que serlo.
Pero no lo es. Guarda el teléfono, su pulso se estabiliza.


Nada ha pasado, como todos los días.


viernes, 13 de septiembre de 2013

El hombre suicidado

Morir en un segundo y renacer
creer en un después que ya no existe
pospone la fortuna mi placer
cuando la vida el alma me desviste
y no encuentro el sentido tras caer
ni veo explicación para este chiste

Resume mi pesar un gesto amargo
propicia mi desdén la soledad
siento el odio despertar de su letargo
me mata la razón la crueldad
por no ser especial ya me hago cargo
que preservó mi existencia la pura casualidad

Volé ligero al ocaso
hacia el beso de la muerte
fui a buscarla con un paso
mas quizás no tuve suerte
pues tras tirar al vacío
mi cuerpo y mi alma inertes
pude ver el desafío
que a la lógica concierne
cuando mis ojos se abrieron
tras un segundo inconsciente
y vi que me hallaba vivo
creyendo oír al destino reírse de este inocente

Mas sin más compadecer a la razón despistada
con el pudor de saberme centro de toda atención
reponiendo mi postura y evitando las miradas
eché a andar mientras pensaba en mi frustrada intención
cuando al ver la situación de una vida que no acaba
pero da paso a otra vida siendo punto de inflexión
rompió a llorar mi espíritu con fuerza renovada
por tan propicia de ello la situación

Y puesto que el consuelo habita en la rutina
siendo para mí un café en un bar cercano
dispuesto a calmar mi nervio desatado
dirigí mi amargo paso a la cantina
donde solo y pensativo vino al caso
contemplar la gran belleza de aquella luz vespertina

Y bajo ella el detalle
y en el detalle lo hermoso
unos labios que se evaden
de un beso de color rojo
una lágrima brillante que se escapa de unos ojos
y unos ojos que reflejan la luz de cristales rotos
y el aire respira entonces
dando vida al movimiento
pensé, quien no elegiría
vivir por este momento

Así pasaron las horas hasta ver anochecer
poniendo rumbo a los sueños, muriendo por no poder
volaba entre ensoñaciones entre fábulas y cuentos
todo era perfecto entonces y entonces vi a esa mujer
que incluso después de muerto despertó mi pulso débil
tornando mi vida estéril en renovado vergel

"Nada que perder" me dije, más que la vida no puedo
me acerque dando un rodeo y sin más contemplación
me confesé enamorado dado que el alma dirige
las palabras de una boca cuando gana la pasión
y al no haber contestación mas allá de una mirada
siendo arrancada de cuajo mi involuntaria ilusión
volví a mi mesa tranquilo tras perder una batalla
moribundo y abatido paciente a mi ejecución

Mala cabeza la mía que no supo interpretar
en unos ojos cansados la pura necesidad
de encender la llama extinta del querer querer sin mas
de odiar por amor un día y al otro solo llorar
que indecisa mi conciencia que solo sobre el papel
sabe cuál es el camino al que no debe volver

En esto que se acercaba con hermosa ligereza
con un bourbon en la mano como flotando a mi mesa
cual fantasma encadenado a un pasado delirante
como un cuerpo sin amante sola, triste, insatisfecha
me rozo una mano el aura de su cuerpo afrodisíaco
quemo mi piel como el fuego sangré emoción, llore tanto
gimió mi alma contenta por tanta compensación
que me toco el corazón cuando se sentó a mi lado

Un sorbo de mi café. en una taza vacía
el tiempo paro el dolor y el calor me sofocaba
no intuía que pasaba mi maltrecho corazón
cuando ella confesó su retraso al mediodía




Llegué a casa al borde del ataque de ansiedad, como siempre últimamente, y me serví un buen vaso de whisky. No podía más, hacía tiempo que mi vida carecía de sentido, la situación era insoportable.

-Se acabó –me dije apurando el licor.

Y corriendo sin pensar me lancé contra la ventana, que se quebró dejándome caer al vacío. A los pocos instantes, choqué brutalmente contra el suelo, y creo que perdí el conocimiento.
Pero para mi sorpresa, pude levantarme del asfalto, sin marcas aparentes. Con algo de esfuerzo, eso sí, me incorporé ante la atónita mirada del resto de peatones. ¿Qué había pasado?

-Señor, ¿se encuentra bien? –me preguntó un muchacho rubio, con cara de preocupación.
-Sí, no pasa nada, creo… Muchas gracias.

Y dicho esto, con la cabeza dándome vueltas por la esperpéntica situación más que por el golpe, me dirigí hacia mi bar habitual, y pedí un café para espabilarme.

-Sin azúcar, ¿verdad? –me dijo el camarero, con una mirada extraña.

Asentí y me senté en una mesa, mirando a ninguna parte, dejando que el café se enfriase. Fue en ese momento cuando vi a una atractiva mujer en el otro extremo de la barra, que alternaba miradas al periódico, con rápidos vistazos hacia mi persona.
Tras beber mi café, instigado por una euforia nacida de la heroica e ilógica situación anterior, me levanté y me acerqué a ella.
-¿Te gustaría tomar una cerveza
? Tengo una buena anécdota para fascinarte.
-Claro –dijo tan sólo.

Dirigiéndome al camarero, pedí dos jarras de cerveza. Mientras las servía, observé el cuadro que presidía el lugar, y en el que aún no me había percatado. Era un paisaje sencillo, con un río de orillas desiertas, y una pequeña barca comandada por una silueta apenas apreciable.

-Perdone, ¿y el cambio?  –le dije al camarero con algo de fastidio.
-Así está bien –dijo tras de mí la mujer, posando su mano en mi antebrazo.

Y ese contacto me condujo vertiginosamente a una visión, la de mi cuerpo inerte contra el asfalto, rodeado de sangre y cristales rotos. Y entonces volví a la realidad, que parecía sueño, y vi al camarero guardar los cambios en su bolsillo, al tiempo que cogía dos remos.
Y la mujer, inalterable, nos miraba desde la orilla, antes de girarse y alejar sus pasos hacia otra alma que requiriese su presencia.