Un alma dando vueltas en el lecho
de un cuerpo que no sabe si sucedió
un fantasma de cuento vestido de negro
por un alma que dentro de un cuerpo se suicidó
Una sonrisa errante en unos labios secos
esos ojos que nunca dijeron no
una historia de amor que traen de lejos
los viejos vientos de un eco que nunca habló
La melodía del mar en un jarrón guardada
junto a la balada triste de un servidor
vientos de puerto arriba en la montaña
brisa marina dentro de un corazón.
¿Acaso había sido real? Ya ni de eso estaba seguro. Como un
rayo, así había sido su romance: fugaz, intenso y devastador. Una desolación inesperada,
puesto que ella no le había hecho daño alguno, pero tras probar aquella
abrasadora sensación, el resto le habían parecido frías y yermas.
Se dio unos ligeros golpes en el pecho:
-No estoy hueco –se dijo.- Aunque me parece estarlo
.
Y un día más se quedó dormido en el sofá, tratando de olvidar ese sentimiento. Pero los recuerdos son caprichosos, y cuanto más quieres olvidar más nostalgia te invade, como el agua salada que aviva la sed del náufrago.
Y un día más se quedó dormido en el sofá, tratando de olvidar ese sentimiento. Pero los recuerdos son caprichosos, y cuanto más quieres olvidar más nostalgia te invade, como el agua salada que aviva la sed del náufrago.