Tras el inesperado suceso, emprendió la huida. Echó a correr,
sin importarle las posibles heridas; sólo quería dejarlo todo atrás.
Después de alejarse a una distancia considerable (la que
pensó que era prudente), se detuvo a descansar. En ese momento, mientras
trataba de recuperar el aliento, vio las heridas que antes había ignorado.
Analizó lo sucedido, esperando a estar bien para seguir su
travesía. Pero pronto se dio cuenta de que no podía seguir huyendo; era hora de
regresar.
Estepas, junglas, cañones y ruinas. Reencontrarse de nuevo
sería un duro camino de vuelta.
Perdió la batalla, ganó una salida
la huida al principio del fin comenzaba.
Curarse la herida, alcohol y saliva en la llaga
y en mente la meta de ser quien solía
y no ser jamás ese quien que esperaban.