luz pálida y adiós
a viento frío, a silencio
a sentencia de bostezo de un verano que durmió
El otoño huele a río
a un amor que templa el tiempo
al temor de un corazón que llora sin un motivo
en busca del adjetivo que describa un sentimiento
que provoca veloz pulso y hace temblar una voz.
Cabellos en la almohada, en la chaqueta, en la ducha, y en
el peine… Hoy era el día elegido para decirle lo que sentía, pero ese síntoma
de que ya no era el mismo de antes le hacía sentirse inseguro.
-Los robles también pierden sus hojas, y siguen siendo árboles
preciosos –se dijo.
Pero los robles recuperan sus hojas al llegar la primavera,
y la suya ya pasó hace tiempo, para no volver nunca.
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