miércoles, 19 de junio de 2013

Mudanza

Las persianas descienden cada vez más, haciendo que el haz de luz que entra por la ventana se reduzca progresivamente. Alrededor, los antiguos inquilinos se despiden con la mirada, mientras en su interior se hace la oscuridad.

Finalmente, las persianas se bajan por completo, y el último en salir cierra la puerta, dejando dentro, encerrados, miles de recuerdos que serán demolidos con la casa. Pero esas viejas alegrías, esos dolores vividos, seguirán dentro de quienes los vivieron, haciendo que, de algún modo, lo que fue su hogar siga en pie por muchos años más.

Y ese pensamiento es lo que reconforta al moribundo, rodeado por las personas que habitaron en él, y en las que él habitó a su vez. Mientras, los últimos rayos de luz se cuelan en sus ojos instantes antes de que los párpados se cierren para siempre, y su alma escapa del cuerpo vacío, limpia de recuerdos felices o tristes, a la espera del próximo viaje.



Retrocediendo lustros en cada paso
que se tornan zancadas de un hombre viejo
pellejos y arrugas quedan mojadas
por las últimas lagrimas frente al espejo

Una mudanza empieza, la vida acaba
y paga la renta el alma que ya se fue
pues un mal día malvendió su casa
para hoy vivir en los suyos de alquiler

Mas si marchó sin canas aún en su haber
y la fría le robó un tiempo dorado
su casa todavía estará en pie
abierta para quien le hubiese amado

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