domingo, 24 de noviembre de 2013

Camino de vuelta


Tras el inesperado suceso, emprendió la huida. Echó a correr, sin importarle las posibles heridas; sólo quería dejarlo todo atrás.

Después de alejarse a una distancia considerable (la que pensó que era prudente), se detuvo a descansar. En ese momento, mientras trataba de recuperar el aliento, vio las heridas que antes había ignorado.

Analizó lo sucedido, esperando a estar bien para seguir su travesía. Pero pronto se dio cuenta de que no podía seguir huyendo; era hora de regresar.
Estepas, junglas, cañones y ruinas. Reencontrarse de nuevo sería un duro camino de vuelta.




Perdió la batalla, ganó una salida
la huida al principio del fin comenzaba.
Curarse la herida, alcohol y saliva en la llaga
y en mente la meta de ser quien solía
y no ser jamás ese quien que esperaban.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Rest in poesía


El corazón le latía furioso, como queriendo escapar de su pecho. Sus piernas, cansadas ya de correr, le amenazaban con detenerse en cualquier momento.

La muerte le seguía de cerca, notaba el frío acariciando su espalda, cada vez más intenso. Y por delante, una interminable recta.

Pero cuando parecía que su cuerpo y su mente iban a rendirse, dos caminos se formaron frente a él. Uno llevaba a una vida plena y feliz; el otro, a una vida tortuosa.

Y mientras se decidía la parca lo alcanzó, quitándole con indiferencia sus opciones.




Llegas tarde, ya no quiero que me encuentres
En mis dientes burbujea el sabor de una derrota
En mis botas desgastadas después de cruzar mil puentes
Se adivinan otras huellas, tuyas muerte, que me rondas

Alcánzame y hazme libre, sin yo afán de libertad
O déjame encadenado a mis pasos en la vida
De pecado, fui engendrado por tomar fruta prohibida
Que termina por castigo compartido con Adán.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Tesoro perdido


En un suspiro de fuego la di por muerta
quemó mi corazón sin decir nada
y su mirada triste transformó extasiada
en bellos delirios de amor tras otra puerta.

Huyó el deseo mutuo de dos alientos
y vio el cielo dos ángeles caídos
brillaban en sus pechos casi muertos
dos corazones tristes y vacíos.




Las paredes aún vibraban por sus gritos; sus sienes palpitaban por los nervios. Habían estado discutiendo durante un largo rato, lanzando dagas cada vez más afiladas con sus bocas; ahora ambos estaban heridos.

- ¡Puedes irte si quieres! – había dicho ella.
- Si me voy es para no volver –respondió él.
- ¡Adelante! ¡Ni siquiera debería haberte conocido!

Tras ese último y feroz ataque, ambos se habían callado. Eran conscientes de que había remedio, temporal al menos. Pero había que ceder.

Él se dirigió a la puerta, mirándola otra vez. Ella lloraba con la cara en dirección opuesta; no veía sus lágrimas, pero notaba sus sollozos. Tal vez esperaba que la abrazara, y que todo volviese a la calma.


Cerró la puerta y bajó las escaleras, como flotando. Ella escuchó atenta el eco de sus zapatos al bajar las escaleras, como si el sonido llegase desde cientos de kilómetros. Ambos se habían quedado una parte del otro, matando algo de sí mismos al mismo tiempo.


martes, 22 de octubre de 2013

Placer in verso


Vereda de soñadores
cayado del peregrino
baraja del adivino
corazón de los amores.

Creadora de romances
que son o que nunca han sido
y por tantas un motivo
de escribir a modo de antes.

Por éstas y muchas más
y porque sí que no es poco
digo que no me equivoco
si digo que poesía es mejor que las demás.




Había sido un largo viaje. Muchas aventuras, fugaces pasiones, tristes desencuentros, y sobre todo, muchas experiencias.

Cerró los ojos y revivió durante algunos instantes los hechos acontecidos. Con las palmas de las manos sobre le contraportada, escuchó como los versos le habían hecho parecer que experimentaba todas esas sensaciones, y otras que se le habían escapado entre líneas.


Y entonces se percató de que en realidad no se lo habían contado. Lo había vivido realmente.


martes, 15 de octubre de 2013

Cárcel de bienestar


Ahogarse en el viejo hogar
hallar fuera lo que falta
tanta vida que me espanta
muchos días que olvidar.

Mi tristeza una prisión
mi carcelera es mi mente
un dolor que pega fuerte
su remedio una canción.

Noches de desilusión
mañanas claras y frías
fabricando tonterías
construyendo una pasión.



-             -  Míralo, ya viene. Otra vez con cara seria y esa mirada cansada –dijo Andrea a su compañera.
-               - Sí, siempre con el cigarro y los auriculares puestos –respondió Laura.

Ambas eran las recepcionistas, y comentaban la llegada de los socios, según los veían acercarse a las puertas de cristal.

-             - Buenos días, ¿cómo va la mañana? – preguntó él sonriendo al entrar.
-              - Pues tranquila, como todos los lunes –respondió Laura con otra sonrisa.

Cuando subió las escaleras, prosiguieron la conversación.

-             - Con lo agradable y educado que parece, y siempre parece estar aislado, como pensando en otras cosas.
-             - Una vez oí que le decía a su amigo que cuando atara cabos se iría de aquí – apuntó Laura.
-              -Vaya, ¡eso suena peligroso!
-             - Deja de ver tantas películas, te irá bien –le respondió a Andrea entre risas.


Poco más de una hora después, repitieron el proceso inverso cuando él se despidió mientras salía por la puerta. Una vez fuera, sacó sus cascos de música, su cigarro, y se alejó caminando despacio, lastrado por los cabos que lo ataban a su situación.



jueves, 26 de septiembre de 2013

Hoy ídem del bello ayer

Lo bello por lo bello
no hay dudas en el placer
haciendo sangre el papel
llorando en su piel un sueño
alegre tan sólo espero
si la espera vale bien
porque no ansío el destino
si merece este camino que un muerto siga de pie.

Así formas seductoras
conquistan mentes profanas
suaves líneas que acaparan
como antes hasta ahora
corazones sin mirada
y ojos que lloran por nada
mientras siguen a la cola de los besos de su amada.




Suena el despertador y se levanta de la cama. Tras la ducha, prepara el desayuno y lee las noticias en internet.

Sale de casa, sube al autobús y paga el trayecto con su abono de transporte. Por la ventana mira el monótono paisaje urbano.

Trabaja eficientemente durante su jornada, sin apenas descanso. Durante el camino de vuelta a casa compra un tentempié; la misma tienda, la misma conversación de siempre.

Su móvil vibra y su corazón da un vuelco. Es ella, tiene que serlo.
Pero no lo es. Guarda el teléfono, su pulso se estabiliza.


Nada ha pasado, como todos los días.


viernes, 13 de septiembre de 2013

El hombre suicidado

Morir en un segundo y renacer
creer en un después que ya no existe
pospone la fortuna mi placer
cuando la vida el alma me desviste
y no encuentro el sentido tras caer
ni veo explicación para este chiste

Resume mi pesar un gesto amargo
propicia mi desdén la soledad
siento el odio despertar de su letargo
me mata la razón la crueldad
por no ser especial ya me hago cargo
que preservó mi existencia la pura casualidad

Volé ligero al ocaso
hacia el beso de la muerte
fui a buscarla con un paso
mas quizás no tuve suerte
pues tras tirar al vacío
mi cuerpo y mi alma inertes
pude ver el desafío
que a la lógica concierne
cuando mis ojos se abrieron
tras un segundo inconsciente
y vi que me hallaba vivo
creyendo oír al destino reírse de este inocente

Mas sin más compadecer a la razón despistada
con el pudor de saberme centro de toda atención
reponiendo mi postura y evitando las miradas
eché a andar mientras pensaba en mi frustrada intención
cuando al ver la situación de una vida que no acaba
pero da paso a otra vida siendo punto de inflexión
rompió a llorar mi espíritu con fuerza renovada
por tan propicia de ello la situación

Y puesto que el consuelo habita en la rutina
siendo para mí un café en un bar cercano
dispuesto a calmar mi nervio desatado
dirigí mi amargo paso a la cantina
donde solo y pensativo vino al caso
contemplar la gran belleza de aquella luz vespertina

Y bajo ella el detalle
y en el detalle lo hermoso
unos labios que se evaden
de un beso de color rojo
una lágrima brillante que se escapa de unos ojos
y unos ojos que reflejan la luz de cristales rotos
y el aire respira entonces
dando vida al movimiento
pensé, quien no elegiría
vivir por este momento

Así pasaron las horas hasta ver anochecer
poniendo rumbo a los sueños, muriendo por no poder
volaba entre ensoñaciones entre fábulas y cuentos
todo era perfecto entonces y entonces vi a esa mujer
que incluso después de muerto despertó mi pulso débil
tornando mi vida estéril en renovado vergel

"Nada que perder" me dije, más que la vida no puedo
me acerque dando un rodeo y sin más contemplación
me confesé enamorado dado que el alma dirige
las palabras de una boca cuando gana la pasión
y al no haber contestación mas allá de una mirada
siendo arrancada de cuajo mi involuntaria ilusión
volví a mi mesa tranquilo tras perder una batalla
moribundo y abatido paciente a mi ejecución

Mala cabeza la mía que no supo interpretar
en unos ojos cansados la pura necesidad
de encender la llama extinta del querer querer sin mas
de odiar por amor un día y al otro solo llorar
que indecisa mi conciencia que solo sobre el papel
sabe cuál es el camino al que no debe volver

En esto que se acercaba con hermosa ligereza
con un bourbon en la mano como flotando a mi mesa
cual fantasma encadenado a un pasado delirante
como un cuerpo sin amante sola, triste, insatisfecha
me rozo una mano el aura de su cuerpo afrodisíaco
quemo mi piel como el fuego sangré emoción, llore tanto
gimió mi alma contenta por tanta compensación
que me toco el corazón cuando se sentó a mi lado

Un sorbo de mi café. en una taza vacía
el tiempo paro el dolor y el calor me sofocaba
no intuía que pasaba mi maltrecho corazón
cuando ella confesó su retraso al mediodía




Llegué a casa al borde del ataque de ansiedad, como siempre últimamente, y me serví un buen vaso de whisky. No podía más, hacía tiempo que mi vida carecía de sentido, la situación era insoportable.

-Se acabó –me dije apurando el licor.

Y corriendo sin pensar me lancé contra la ventana, que se quebró dejándome caer al vacío. A los pocos instantes, choqué brutalmente contra el suelo, y creo que perdí el conocimiento.
Pero para mi sorpresa, pude levantarme del asfalto, sin marcas aparentes. Con algo de esfuerzo, eso sí, me incorporé ante la atónita mirada del resto de peatones. ¿Qué había pasado?

-Señor, ¿se encuentra bien? –me preguntó un muchacho rubio, con cara de preocupación.
-Sí, no pasa nada, creo… Muchas gracias.

Y dicho esto, con la cabeza dándome vueltas por la esperpéntica situación más que por el golpe, me dirigí hacia mi bar habitual, y pedí un café para espabilarme.

-Sin azúcar, ¿verdad? –me dijo el camarero, con una mirada extraña.

Asentí y me senté en una mesa, mirando a ninguna parte, dejando que el café se enfriase. Fue en ese momento cuando vi a una atractiva mujer en el otro extremo de la barra, que alternaba miradas al periódico, con rápidos vistazos hacia mi persona.
Tras beber mi café, instigado por una euforia nacida de la heroica e ilógica situación anterior, me levanté y me acerqué a ella.
-¿Te gustaría tomar una cerveza
? Tengo una buena anécdota para fascinarte.
-Claro –dijo tan sólo.

Dirigiéndome al camarero, pedí dos jarras de cerveza. Mientras las servía, observé el cuadro que presidía el lugar, y en el que aún no me había percatado. Era un paisaje sencillo, con un río de orillas desiertas, y una pequeña barca comandada por una silueta apenas apreciable.

-Perdone, ¿y el cambio?  –le dije al camarero con algo de fastidio.
-Así está bien –dijo tras de mí la mujer, posando su mano en mi antebrazo.

Y ese contacto me condujo vertiginosamente a una visión, la de mi cuerpo inerte contra el asfalto, rodeado de sangre y cristales rotos. Y entonces volví a la realidad, que parecía sueño, y vi al camarero guardar los cambios en su bolsillo, al tiempo que cogía dos remos.
Y la mujer, inalterable, nos miraba desde la orilla, antes de girarse y alejar sus pasos hacia otra alma que requiriese su presencia.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Miedo al miedo

Exprime mi vida un miedo
una falta y sin razón
siendo gran desilusión
haber confiado en credos

Pues el final que se acerca
inmediato a ver el mundo
en pozo negro y profundo
mi alma en su fondo aprieta

Anhela la vida eterna
mi razón en su locura
o sólo que sin premura
mi carne se torne muerta





Vuelve a casa fumando, con pasos lentos y varias copas de más. Mira al cielo y las estrellas no despierta su admiración, sino su temor. El infinito y el vacío, la nada y la muerte.

Un título universitario, decenas de libros leídos, infinidad de imágenes vistas; ninguna respuesta importante.

-Mi alma se pudrirá junto a mi carne –se dice en voz alta.


Pero ha sido una buena noche, y tal vez no sea necesario responder a todas sus preguntas para alimentar su alma, tan sólo algunos momentos felices. Aunque cada anochecer muere un poco más, y al despertar renace un poco menos.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Sin billete de vuelta

Sólo es el camino que le queda
ya no tiene nombre, ni problemas
ni es un hombre,
son sus piernas y sus ojos los que llevan su bandera

Que la ruta es el destino
y el final será cualquiera
cada frontera un amigo
cada parada una hoguera
donde quemar los resquicios de soledad pasajera

Y si llueve pues que llueva
y si hace frío... Ya vendrá la primavera.





Una cerveza fría es su recompensa, ¡y qué recompensa! A diez kilómetros de la ciudad, había encontrado a una pareja de holandeses intentando arreglar una de sus bicicletas.
Tenía ganas de llegar a su destino para descansar, pero se hacía de noche y en su interior la posibilidad de dejarlos ahí tirados no existía.

-¿Os echo una mano?

-Sí por favor, no hay manera de ajustar esta rueda.

En unos minutos, el problema está solucionado, y los tres juntos emprenden el pequeño tramo que los separa de la población.  Una vez allí, antes de separarse, deciden tomar algo juntos, mientras comparten anécdotas y sus próximas etapas, ya por separado.

No se entienden al cien por cien, pero entre grandes personas, esa frontera  no existe. Brindan por última vez y se despiden. Mañana será otro día, otros amigos y otros problemas. Pero el mismo cielo y la misma aventura.

lunes, 26 de agosto de 2013

Mu(sa)biduría

Vive musa hiperactiva
dormida en esta pereza
reza por alzar el vuelo
llora por sentirse presa
en esta mala cabeza que es la mía

Ría pronto el enemigo
calle el sabio hasta el final
que aguantando el temporal de soledad, sangre y frío
sabe que pronto el destino con sus ganas de jugar
le dará pan al hambriento y al rico necesidad.




Semanas, meses en blanco. Páginas a medio escribir, otras con una simple frase. Y el cráneo a punto de estallar, buscando una vía de escape a tanta escoria acumulada. Me dicen que mire las flores y los árboles, que mire la sonrisa de un niño, las piernas de una mujer, pero eso no me dice nada. O al menos, no me dice lo suficiente.

Veo a un tipo escribiendo en un portátil en la misma cafetería, y me pregunto de dónde sacará la inspiración, sea lo que sea lo que escribe. Un grito me devuelve a la realidad; es una de las camareras, que sale de la humeante cocina gritando “¡Fuego! ¡Fuego!”, mientras el resto de clientes se apresuran a salir derribando sillas y mesas con tazas de café y churros. Salgo con los demás, buscando mi bolígrafo en el bolsillo: acabo de presenciar el breve paso del sosiego al caos en la realidad, y de la todavía más fugaz transición del caos al sosiego en mi cabeza.


viernes, 23 de agosto de 2013

Otoño

A ocaso viento y ocre
luz pálida y adiós
a viento frío, a silencio
a sentencia de bostezo de un verano que durmió

El otoño huele a río
a un amor que templa el tiempo
al temor de un corazón que llora sin un motivo
en busca del adjetivo que describa un sentimiento
que provoca veloz pulso y hace temblar una voz.




Cabellos en la almohada, en la chaqueta, en la ducha, y en el peine… Hoy era el día elegido para decirle lo que sentía, pero ese síntoma de que ya no era el mismo de antes le hacía sentirse inseguro.

-Los robles también pierden sus hojas, y siguen siendo árboles preciosos –se dijo.


Pero los robles recuperan sus hojas al llegar la primavera, y la suya ya pasó hace tiempo, para no volver nunca.



martes, 13 de agosto de 2013

El rencor del tiempo

Buscando en mi locura el verso triste
que no hallo en mi razón enmascarada
guarda con celo el velo que no existe
el dolor de sentir dolor por nada

Y quién no sufre por un amor vacío
quién no soñó esos ojos, probó sus labios
o qué alma ingrata no envejeció en los años
que no tuvo cerca el ser querido



Por fin, años después, volvía a verla. Era una sensación extraña, ya que apenas habían hablado en todo ese tiempo, pero su llamada había despertado su curiosidad, y no pudo negarse.

Llegó con antelación al lugar en el que habían quedado, así que decidió sentarse en un banco a esperar, mirando a la gente que paseaba por la plaza. Escasos minutos después, la vio aparecer por una de las calles que desembocaba allí: sonrisa radiante, bien vestida, un brillo de felicidad en sus ojos…
En cambio, la mirada de él siguió dura, como siempre.

-Me alegro de verte –le dijo con cierta sequedad.

-Yo también –contestó ella sonriente.- Estás muy cambiado.

-Sí, es la consecuencia de haber perdido los años pensando en ti.




martes, 6 de agosto de 2013

Brisa de soledad

Suave la brisa marina
sobre un cuerpo se expande
con el amor de una madre
que al hijo le da la vida

Como el rumor de un arroyo
perfumado de colores
del reflejo de mil flores
y guijarros de su fondo

Despierta el alma dormida
el día y su claridad
la fuente de eternidad
que le hace sentir solo.



Los rayos del sol empezaban a rozarle la cara, así que decidió levantarse. Se lavó la cara, eligió ropa cómoda, y salió a cubierta a tomar el desayuno. Era un velero pequeño pero resistente, que podía manejar él solo sin demasiados problemas, y que contaba con lo imprescindible para vivir, además de algunas comodidades extra que agradecía en ciertas ocasiones.

Estaba cerca de la costa, una playa de arena blanca y agua cristalina que invitaba a zambullirse en ella, y otras embarcaciones pasaron cerca mientras tomaba su café y sus tostadas. Saludó a todos, algunos conocidos, otros completos desconocidos.


La brisa acariciaba su cara, con el deje salado del mar, y los haces de luz hacían que el agua despidiera destellos de diversos colores. Y su interior se regocijó ante esas sensaciones, y pensó que así era feliz. En el mar. Sin pretensiones. Solo.

miércoles, 17 de julio de 2013

Libre desasosiego

Perdido sin más objeto
que el de querer ser querido
con celoso ojo admiro
al que al amor es sujeto.

Mas sin ataduras busco
con fin seguro honorable
no para mis hijos madre
sino dueña de mi mundo.

Difícil meta se cita
y fácil senda no hallo
por eso sólo me callo
cuando el alma sólo grita.

Y grita por compasión
de un corazón magullado
por los golpes recibidos
con remite de traición.




Ayer fuiste Laura, nadando desnuda en el mar, animándome entre gritos y risas a compartir tu baño de medianoche.
Hoy eres Paula, con tu vestido veraniego al lado de los rosales, embriagándote con los perfumes del jardín, extasiada.

Mañana no sé quién serás, pero al cerrar los ojos te imaginaré de nuevo, dichosa, sonriendo, queriéndome y deseándome, y entonces puede que vuelva a dormir feliz.

jueves, 11 de julio de 2013

Espiración, inspiración

Vive musa hiperactiva
dormida en esta pereza
reza por alzar el vuelo
llora por sentirse presa
en esta mala cabeza que es la mía

Ría pronto el enemigo
calle el sabio hasta el final
que aguantando el temporal de soledad, sangre y frío
sabe que pronto el destino con sus ganas de jugar
le dará pan al hambriento y al rico necesidad.




Semanas, meses en blanco. Páginas a medio escribir, otras con una simple frase. Y el cráneo a punto de estallar, buscando una vía de escape a tanta escoria acumulada. Me dicen que mire las flores y los árboles, que mire la sonrisa de un niño, las piernas de una mujer, pero eso no me dice nada. O al menos, no me dice lo suficiente.


Veo a un tipo escribiendo en un portátil en la misma cafetería, y me pregunto de dónde sacará la inspiración, sea lo que sea lo que escribe. Un grito me devuelve a la realidad; es una de las camareras, que sale de la humeante cocina gritando “¡Fuego! ¡Fuego!”, mientras el resto de clientes se apresuran a salir derribando sillas y mesas con tazas de café y churros. Salgo con los demás, buscando mi bolígrafo en el bolsillo: acabo de presenciar el breve paso del sosiego al caos en la realidad, y de la todavía más fugaz transición del caos al sosiego en mi cabeza.

sábado, 29 de junio de 2013

Justicia

Hacía calor ese día, así que era normal que mucha gente, al igual que había hecho él, llevase la chaqueta colgada del brazo. La tarde había sido fresca, pero al cesar el viento, la ropa de abrigo estorbaba pese a que había oscurecido hacía al menos una hora.

-          - ¿Qué tal vas, Jorge?

-          - Ya casi recuperado, queda algo de rehabilitación, ¡pero ya estoy hecho un toro!

Muchos conocidos se detenían a preguntarle. Siete meses y catorce días atrás, caminando de vuelta a casa con un amigo, unos desconocidos los habían abordado, dándoles una paliza tremenda. Jorge, con fracturas múltiples y una grave conmoción cerebral, se había pasado semanas en el hospital, y hacía sólo unos días que había vuelto a su casa. Y él había tenido suerte; su amigo seguía en coma, podía despertarse ese mismo día, o no hacerlo jamás.

-          - Lástima que no cogieran a esos canallas –le dijo la señora Cecilia, vecina de toda la vida.
-         -  No se preocupe, que el tiempo nos conoce a todos y castiga incluso a los que se ocultan –respondió Jorge con una sonrisa.

Pero no sólo el tiempo los conocía. Desde hacía tiempo, sabía la identidad de uno de ellos con total seguridad. Con el resto tenía dudas, pero ya tendría tiempo de confirmarlo.
Se dirigió, entre saludos y preguntas, a la calle Velázquez. Quedaban todavía diez minutos para que saliera de trabajar, así que esperó mirando unos escaparates, la chaqueta sobre el antebrazo.

Al fin salió, con su imponente figura, mientras se despedía sonriendo de su compañera. Iba mirando el móvil, así que pese a ir de frente, no vio a Jorge.

El pulsó no le tembló; dos rápidos movimientos de brazo hicieron salir la navaja oculta por la prenda, clavándose en los riñones de su agresor, ahora víctima. Ni siquiera profirió un grito de dolor, la sorpresa y el miedo lo paralizaban, mientras se desangraba en el suelo de la calle vacía.

Jorge se alejó con paso rápido pero tranquilo, la navaja oculta de nuevo, llena de sangre esta vez. La conciencia no le reprochaba nada, y sólo pensaba en la justicia que había impartido. Juicio, condena, y ejecución.





Soy los años que han pasado, fui silencio
seré el móvil en un juicio pues fui el precio que pagaron
soy el tiempo aletargado tras caer al precipicio
fui el principio en mi final y el penal del condenado

Dictaron muerte en galeras sin previo aviso y llevaron
a mi cómplice en justicia, a mi sicario a mi lado
se despidió de mi cuerpo, me dijo "hasta siempre hermano"
yo inerte le di las gracias, la muerte entonces, me dio la mano


lunes, 24 de junio de 2013

La frontera de lo vivo

Ciudad inmaterial, poblada de entes espirituales con cuerpos en su interior. Allí no se necesita el lenguaje, que aquí nos limita; las sensaciones son puras, no se explican, sólo se transmiten. Donde el alma es el espejo de los ojos, y la eternidad les pertenece
Pero eso les aburre, pues un sentimiento puro es siempre el mismo, y ansían ser capaces de expresarlos, de manera única unos y otros, cada cual como necesite.
Y anhelando esto, se replegaron hacía sí mismas, hasta que el cuerpo físico quedó fuera, y el alma se escondió en algún lugar de esa figura palpable.
Así fue como perdimos la eternidad, y ganamos la vida.



Limite sus palabras a una lengua
entierre su tacto bajo una piel
oculte su mirar tras unos ojos
espíritu si quiere ser un quien

Su carne es el cristal de la botella
que guarda en su interior aceite y miel
la cara y cruz, la luz y la tiniebla
la opción del alma a serle al alma infiel

El cuerpo alfombra roja del sentir
telón de fondo opaco y gris del ser
iluso imitador que sin saber
detras de un solo rostro ha de vivir

miércoles, 19 de junio de 2013

Mudanza

Las persianas descienden cada vez más, haciendo que el haz de luz que entra por la ventana se reduzca progresivamente. Alrededor, los antiguos inquilinos se despiden con la mirada, mientras en su interior se hace la oscuridad.

Finalmente, las persianas se bajan por completo, y el último en salir cierra la puerta, dejando dentro, encerrados, miles de recuerdos que serán demolidos con la casa. Pero esas viejas alegrías, esos dolores vividos, seguirán dentro de quienes los vivieron, haciendo que, de algún modo, lo que fue su hogar siga en pie por muchos años más.

Y ese pensamiento es lo que reconforta al moribundo, rodeado por las personas que habitaron en él, y en las que él habitó a su vez. Mientras, los últimos rayos de luz se cuelan en sus ojos instantes antes de que los párpados se cierren para siempre, y su alma escapa del cuerpo vacío, limpia de recuerdos felices o tristes, a la espera del próximo viaje.



Retrocediendo lustros en cada paso
que se tornan zancadas de un hombre viejo
pellejos y arrugas quedan mojadas
por las últimas lagrimas frente al espejo

Una mudanza empieza, la vida acaba
y paga la renta el alma que ya se fue
pues un mal día malvendió su casa
para hoy vivir en los suyos de alquiler

Mas si marchó sin canas aún en su haber
y la fría le robó un tiempo dorado
su casa todavía estará en pie
abierta para quien le hubiese amado

martes, 18 de junio de 2013

El coste de la alegría

Cuando es preciso el dolor
y solo así uno es alegre
que debe sentir que pierde
para encontrar lo mejor

Gana poco cuando vuelve
el desdichado al camino
pues amarga hasta el buen vino
y hasta el sol solo es luz tenue

Que el rencor que le revuelve
el alma al mas desgraciado
convierte en peor lo malo
y estropea su razón



Sonrió ante la sonrisa del niño. Sabía que, a diferencia de los adultos, los niños siempre ríen con sinceridad; no necesitan rendir pleitesía ante nadie. Una señora mayor acababa de subir al autobús.

-Muchas gracias –le dijo al cederle su asiento.

Un leve gesto de asentimiento sirvió de respuesta. Su madre le había dicho hace años  (cuando su sonrisa era como la del chiquillo del carro), que la amabilidad hacía feliz a uno mismo, a la par que alegraba a los demás. Pero ahí estaba él, la excepción que confirma la regla. Amable e infeliz como siempre.
Pero no lo achacaba a los demás, a nadie culpaba de no ser feliz, y nada le faltaba para poder serlo. En su opinión, algunas personas tienen facilidad para hacer felices a otras, aunque por dentro arda Troya. Personas en las que la melancolía se aferra a su pecho como flemas en un enfermo de bronquitis crónica.

-Espere, que ya cojo yo de aquí –dijo a la chica que bajaba el carrito con el niño.

-Muchas gracias –contestó ella antes de echar a andar.
El pequeño miró hacia atrás, sonriente todavía, pero él ya andaba en dirección opuesta.

jueves, 13 de junio de 2013

Promesa

-Mañana me iré, esta vez no habrá vuelta atrás –se dijo a sí mismo en voz alta.

Acababa de llegar a casa tras un día de trabajo intenso. Mucho papeleo. Cuando empezó en la oficina, le gustaba realizar sus tareas, pero poco a poco la monotonía le arrancaba la vitalidad. Soñaba con irse, con dejar la mayor parte de sus pertenencias, y vivir de manera humilde, trabajando también, tal vez, pero en algo que le diese menos dinero y más satisfacción.

A veces incluso había preparado listas de objetos para llevar consigo, sólo lo indispensable. Pero siempre retrocedía en su decisión. Se miró al espejo de la entrada:

-Mañana serás un hombre nuevo, un hombre algo más libre.

Y se sonrió, convencido de su idea.  Preparó una mochila con lo que sería su escaso equipaje, y sintiose satisfecho al ver que esta vez iba en serio, puesto que en sus anteriores intentos, no había llegado tan lejos.
Tras ésto, preparó algo de comer, una buena cena de despedida. Y tras cenar, se dio un relajante baño de agua caliente. ¡Ah, se sentía como nuevo! Con el albornoz puesto, se sentó en el sofá, encendiendo la televisión para distraerse un rato con una película.

En un intervalo de anuncios, miró la mochila de reojo, al lado de la puerta, y decidió irse a la cama. Era tarde y necesitaba descansar para el papeleo pendiente que le esperaba mañana.




De charla con el yo que querría hacer de mí
la vida se me aburre en esos sueños
los pasos cada día están más quietos
si en esa dirección mi sentido busca ir

miércoles, 5 de junio de 2013

Espejismo de humanidad

Tenía que llegar al teléfono. Marcar el número de emergencias y aguantar hasta que llegaran en su auxilio. Si la ambulancia no tenía un choque frontal contra un tráiler de 18 ruedas, claro. Tal y como había ido el día, no le extrañaría. Para empezar la mañana, se había quemado la lengua con el café con leche del desayuno.

-¡Joder Luis, te he dicho que quería la leche del tiempo!  -le había reprochado al camarero.

Más tarde, al leer la prensa, una mala noticia: sus acciones habían caído debido a que una fábrica con trabajadores menores de edad había salido a la luz. Y claro, era él quien debía de pagarlo.

-Qué injusto es el mundo Lucía, qué injusto…
-Mucho señor, mucho –había respondido la empleada de la limpieza, que en realidad se llamaba Elvira, y que le estaba limpiando el despacho mientras su hijo volvía de vuelta a su país.

Por supuesto, el regreso del trabajo no había sido mejor, aunque el atasco a esas horas estaba asegurado, y ya se había acostumbrado.
Y para colmo, al llegar a casa, el accidente. Había tropezado en el último escalón cuando bajaba del baño del segundo piso, con tal mala fortuna que había caído contra la vitrina del recibidor, y un cristal le había producido un feo corte en el cuello.

Estaba manchando la alfombra de sangre, pero bueno, ya la llevaría a la tintorería. Primero había que llegar al teléfono. Unos metros más, aunque fuesen de penoso recorrido arrastrándose por el suelo, y lo tendría en la mano.
-Y cenaré carbohidratos –se dijo en voz alta-. Hoy me los merezco
-No cariño, de eso nada. Ya sabes lo que dice el médico –le respondió la rejuvenecida imagen de su ex mujer-. Marca el número de emergencias, anda.

Entonces se dio cuenta, entre mareos y niebla, de que tenía el teléfono en la mano, ¡por fin!
-Emergencias, ¿qué sucede?
- ¿Podrían venir a recoger mi alfombra?
-Perdone, ¿cómo dice?
-La he manchado de sangre, me temo que les costará sacar esas…
-¿Sangre? Cuénteme lo que ha pasado. ¿Oiga? ¿Señor?


Una mirada inerte al vacío fue la única respuesta.



Qué valor darle el valor
A la vida de lo muerto
De lo estéril de lo inerte
De lo que no siente amor
Que la gran preocupación
Del vital y el moribundo
Que caerán en un segundo
Sea el maldito doblón
La perra gorda, la guita
La plata, la vil peseta
Volviendo huraño al asceta
Y miserable al ladrón
Y por esa condición
La salvación no merece
El que siente que perece
Esclavo de la razón
Por no salir al balcón
De gritar los sentimientos
Y guardar su sufrimiento
En pecho sin corazón.

martes, 28 de mayo de 2013

La niebla de un amor

Un alma dando vueltas en el lecho
de un cuerpo que no sabe si sucedió
un fantasma de cuento vestido de negro
por un alma que dentro de un cuerpo se suicidó

Una sonrisa errante en unos labios secos
esos ojos que nunca dijeron no
una historia de amor que traen de lejos
los viejos vientos de un eco que nunca habló

La melodía del mar en un jarrón guardada
junto a la balada triste de un servidor
vientos de puerto arriba en la montaña
brisa marina dentro de un corazón.


¿Acaso había sido real? Ya ni de eso estaba seguro. Como un rayo, así había sido su romance: fugaz, intenso y devastador. Una desolación inesperada, puesto que ella no le había hecho daño alguno, pero tras probar aquella abrasadora sensación, el resto le habían parecido frías y yermas.

Se dio unos ligeros golpes en el pecho:

-No estoy hueco –se dijo.- Aunque me parece estarlo
.
Y un día más se quedó dormido en el sofá, tratando de olvidar ese sentimiento. Pero los recuerdos son caprichosos, y cuanto más quieres olvidar más nostalgia te invade, como el agua salada que aviva la sed del náufrago. 


domingo, 26 de mayo de 2013

La presa

Al límite del desbordamiento, y sigue lloviendo. La pared de la presa está a punto de ceder, tal vez sólo aguante un par de ideas más. Y entonces cualquier impedimento será inútil, y la marea largamente recluida arrasará todo a su paso. Piensas que no te gustaría estar en el valle que va a inundarse, pero te aseguro que tampoco querrías ser la presa.


La última gota de lluvia
Cayó salada de rabia
Desbordándose en su labia los poetas en la lucha

En la pugna perdió el tiento
La prudencia se olvidó
Y por un momento el viento y hasta el tiempo, se paró

Y los dos se hicieron verso
Y en verso caminan juntos
Por el río de los sueños, en el valle de los triunfos.